Y es así como se fundió la noche con el mar.
Tu mirabas hacia el horizonte con anhelo.
Yo veía la olas pasar,
Infinidad de pliegues y espuma a mi alrededor.
El sol ardía en mi piel, y tu beso en mis labios.
Tu mirabas hacia el horizonte, al atardecer.
Un barco de vela se acercaba.
Yo venía con los ojos doliéndome de no verte.
Y tu esperabas con brazos abiertos
Entre los que me tomabas y yo me sentía arena...
Me sentía desvanecer.
Y así, justo al atardecer.
Se unieron la noche y el mar.
2 comentarios:
Y dime, en este texto, ¿a qué silueta te aferras?
¿A aquella que está más allá del océano o a aquella que tienes grabada en la piel?
Saludos.
No me aferro... No es una silueta. Pero creo que la respuesta a tu prgunta es una S.
Publicar un comentario